13/9/10

Susurro sesgando

[Nota]
En el título he usado un recurso lingüístico, que si mal no recuerdo era la aliteración, si me equivoco corregidme.
[Nota 2]
Soy más de verso que de prosa, pero voy a intentar "prosear" un poquitín

Susurro sesgando

Era la una de la mañana, la retroiluminación de su monitor LED y su lámpara de escritorio arrojaban luz a un cuarto lúgubre e inmerso en las sombras.
Una ventana estaba abierta, mientras pasaba por ella un noble viento, que sonaba como si quisiera escapar de las rejas que la misma ventana tenía.
Más allá de la ventana, unas fuertes luces blancas intentaban luchar con la oscura noche que ya se habia adueñado de todo...mientras que...

Aquel joven, sentado delante del ordenador, se encontraba en un estado de levitación, provocado en parte por el sonido del viento y de su propio ordenador.
Era un joven noble, tibio y sereno, imperturbable a los golpes duros de la vida. Pero en su mirada se reflejaba cansancio, agotamiento, desesperación, por algo que en su vida lleva tiempo siendo una interrogación y que sigue sin resolverse.

Su incipiente barba, dejada de la mano de dios, su pelo alborotado, de tal y como habia salido de la lucha, se fusionaban con sus ojos azules y sus mejillas lánguidas. Su mirada no tenía brillo, estaba apagada y consumida.

Miraba a la televisión apagada, y veía su reflejo, sereno, apático y sosegado, de un color amarillento del cansancio anímico.

Algo latía en su interior,él siempre tenía la certeza de que el corazón de los enamorados no era el mismo corazón que él habia visto en las clases de biologia...
Hasta hace poco, cuando recordó qué zona de la cavidad torácica es la que duele y parece que te ahoga, cuando estás enamorado..

Hace algunos días, su mirada estaba brillante, juguetona, esbelta, irradiaba futuro y esperanza; creía que a partir de ese momento nada podría fallar.
El mismo chico, que sigue oyendo el leve susurro de su ordenador, mira a su propia rodilla y viejos fantasmas aparecen en su mente.
El mismo chico, que sigue oyendo el suave susurro del viento, sesgando el resquicio de la ventana, cerraba los ojos para mirar a su corazón y veía sentimientos que hace mucho tiempo no afloraban en él.

Este joven, acérrimo a la célebre cita de Nietszche" Lo que no me mata, me fortalece", sonríe por dentro, aunque su cara siga serena e incorruptible.

Afronta cada día como una aventura y un pasito más para que todo sea perfecto; su ánimo se desgasta pero ahora tiene un combustible muy potente, el que se encuentra en su corazón.

G.Diéguez

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